CRÓNICA REAL MADRID – PSG: DERROTA DOLOROSA QUE NOS DESPIERTA DE LA ENSOÑACIÓN


Derrota dura hoy en el Metlife Stadium de Nueva York, a pesar de que una vez más nos hemos sentido como en casa gracias a la afición que ha llenado las gradas y que no ha parado de animar en todo el partido sin descanso. Nos hemos sentido muy acompañados durante toda la competición.

El último partido como madridista de Luka Modric. También el último para Lucas Vázquez. Qué terrible recuerdo se van a llevar.

La tarde se llenó de malos augurios cuando nos enteramos de la lesión de Trent, que fue baja de ultimísima hora. Todavía seguimos pendientes de saber el alcance. El retraso de 10 minutos por un accidente que provocó un aumento del tráfico tampoco nos dio demasiada tranquilidad.

La alineación fue Courtois en portería, Asencio y Rüdiger como centrales, Valverde en el lateral derecho y Fran García en la izquierda. El centro del campo compuesto por Bellingham, Güller y Tchouaméni y en el ataque tridente con Gonzalo de 9 arropado por Mbappé y Vinicius.

Volvíamos al 4-3-3. Hoy ha quedado claramente demostrado que es un sistema que no funciona en el Real Madrid. No funcionó en la temporada pasada y no tiene pinta de funcionar en ésta.

El Madrid salió con presión alta con la intención de meter un gol pronto. En este tipo de partidos es esencial. El PSG también salió intenso. Y desde los primeros minutos ya dieron varios avisos de lo que se venía. Afortunadamente, Thibaut Courtois pudo salvarlas.

El PSG tenía el balón y dominaba el juego, pero el Real Madrid conseguía armar alguna contra. Eso sí: sin llegadas al área. 

La tragedia se empezó a mascar desde muy pronto porque ya se veía que el equipo no estaba bien. Se partía por el centro, el medio campo se diluía, la defensa se quedaba muy separada y descolocada y el ataque completamente descolgado. Esto nos suena, ya lo hemos visto muchas veces. 

Minuto 6 y un error garrafal e infantil de Raúl Asencio provocó que Fabián se quedara solo ante Courtois y que marcara a placer. Duele ver cómo se le escapa el balón al 35, que se resbala, la roza sin acierto, mientras que el mediocentro español se la lleva con facilidad.

Mal comienzo para el Real Madrid. Pero aún teníamos todo el partido por delante y pensábamos que ésta sería otra noche de remontadas. Nada más lejos de la realidad.

Tan sólo dos minutos y medio más tarde encajamos el segundo gol, en unas circunstancias muy parecidas al anterior. Esta vez el culpable fue Antonio Rüdiger. En una defensa muy abierta, recibió el balón, pero en una acción muy extraña le dio al aire. Otro fallo tremendo e imperdonable en el que Dembelé recuperó el balón para, de nuevo, quedarse solo ante el portero belga.

El equipo blanco montaba algunas contras pero el PSG las sofocaba con mucha facilidad.

Tremendo escenario. Y todo el partido por delante. Pero el reloj iba corriendo y la sensación de mejora no existía. El Madrid había encajado dos goles en menos de 10 minutos. Nada ha salido bien. 

El balón no le duraba nada al equipo madrileño. Cuando te encuentras en esta tesitura, ¿qué hacer? ¿Presionar como enfermos hasta conseguir al menos un gol? ¿O bien poner un muro atrás para que no te caigan más?

No es precisamente el Madrid sospechoso de poner autobuses. Y la experiencia de las remontadas que hemos vivido a lo largo de toda la historia del club, pero en especial estos últimos años, nos dice que hay que intentar meter un gol como sea. Que nunca hay que perder la fe. Hasta el final, Real. Eso fue lo que se intentó. Sólo que esta vez el universo no estaba de nuestra parte.

Si al menos nos hubiéramos ido con un 2-1 en el marcador al vestuario, hubiéramos sentido algo de oxígeno.

Pero el Real Madrid estaba sometido. No le duraba nada el balón y el equipo estaba totalmente roto, favoreciendo y generando esos espacios es los que el equipo parisino es matador. Continuamente caían los nuestros en la mortal trampa preparada por los de Luis Enrique en la que esperaba para obligar a que se fueran muy arriba, para matarlos en contraataques letales.

El equipo dirigido por Xabi Alonso estaba nervioso. Con errores tan grandes y fatales y con un marcador que ya empezaba a ser preocupante en contra, la necesidad de marcar se hacía imperiosa y eso aún empeoraba más la situación. Había que parar el partido y jugar con cabeza, pero no lo conseguíamos y el desastre seguía campando a sus anchas.

El París Saint-Germain sabía aprovechar muy bien todo ese desarme para seguir incidiendo sin descanso y sin piedad en el caos madridista. Era importante juntar líneas y tapar bien los espacios, pero no lo conseguíamos.

La ausencia de Huijsen se nos hacía dolorosa como ya intuíamos. No esperábamos que lo fuera tanto. Hemos echado de menos enormemente al central, que tan bien había funcionado en los partidos anteriores por su contundencia. Pero también en la salida de balón, que hoy ha sido prácticamente inexistente.

Cuando pensábamos que la situación ya no podía empeorar más, recibimos el tercer gol. El baño de fútbol estaba siendo apoteósico. Esta vez sin error grosero pero con idéntica llegada. Y todo esto antes de la media hora de juego. Ni 25 minutos llevábamos.

Ni siquiera el cooling break, en el que Xabi estuvo dando varias indicaciones, sirvió para que la cosa se calmara. A todos nos temblaban las piernas cada vez que el avión francés cruzaba el medio campo, porque veíamos cómo podía acabar. Y es que no había que ser Rappel para predecir que la goleada iba a ser tremenda.

Afortunadamente el silbato de Marciniak nos salvó temporalmente de la debacle. Mucho había que cambiar para poder darle la vuelta a un partido que se antojaba tan cuesta arriba.

La segunda parte comenzó igual que la primera.  A pesar de hacer algunos cambios de posiciones bajando a Gonzalo hacia el medio campo y a Tchouaméni hacia el centro de la defensa, el Madrid, no conseguía hacerse con el balón ni con el control del partido. 

En el minuto 64 se produjo la primera ventana de cambios, con la idea de juntar las líneas y anclar el centro del campo. Al menos conseguir ralentizar el juego para que nos diera tiempo a pensar. Salieron Vinicius, Bellingham y Asencio para dar entrada a Modric, Brahim y Militao.

Eder Militao, que se lesionó gravemente de ligamento cruzado el 9 de noviembre de 2024, volvía de jugar. Partido muy aciago para hacerlo. La alegría e ilusión de volver a verlo estaba empañada.

Con este cambio se percibió una fugaz mejoría. Durante unos pocos minutos pareció que el Real Madrid podía mantener el balón y contener el ataque del París. Pero nos duró muy poco tiempo. A penas conseguíamos llegar al área rival y no hacíamos disparos a puerta. Imposible remontar un partido así. Y menos con una diferencia tan grande.

Los minutos iban pasando y las esperanzas de conseguir, al menos, salvaguardar el honor se iban agotando.

Otro regreso muy esperado por el madridismo tuvo lugar en el minuto 70, cuando Daniel Carvajal, otro lesionado de larga duración que echamos profundamente de menos durante toda la pasada temporada desde aquel negro 5 de octubre, saltó al césped para sustituir a Gonzalo.

Podemos pensar que hoy no era el escenario ideal para jugadores que vuelven de lesiones tan graves y largas. Pero también hay que reconocer al menos la intención cambiar algo. Lamentablemente, no surgió efecto.

Alonso decidió que Lucas también iba a jugar sus últimos minutos con la camiseta del Real Madrid y decidió sacarlo en el minuto 82 por Arda Güller.

Por si la agonía no estaba siendo suficiente, en el minuto 87 Gonçalo Ramos remató dando la estocada mortal con el cuarto gol.

Una derrota dolorosa, humillante, que nos priva de la final del Mundial de Clubes y que abre, como es lógico, muchas heridas y dudas.

Lo fácil es irse a lo catastrófico, empezar a despotricar, vender al 80% del equipo y pedir la dimisión en el palco.

El París Sant-Germain nos ha pasado por encima en lo físico, en lo táctico y en todos los aspectos. Un proyecto mucho más formado y engranado. 

El Madrid todavía tiene mucho que aprender. Mucho que mejorar. Mucho que trabajar. En este mes que nos queda para comenzar la temporada que se nos antojaba brillante y que ahora vemos con tintes oscuros, tenemos que ponernos las pilas si queremos conseguir títulos esta temporada.

Seguro que vendrán. El proyecto es ilusionante, pero está en construcción. Necesita tiempo y trabajo, mucho trabajo. Y muy posiblemente algún fichaje más. Todos deben comprometerse al máximo si quieren que esto tire para adelante.

Es momento de reflexiones. Pero no caigamos en la simpleza de matar a la gente. Seguramente la derrota no habría sido tan abultada si no nos hubieran condenado los dos errores tan graves que han significado los dos primeros goles. 

Rüdiger sigue siendo un central excepcional y Asencio un gran jugador que está en mala racha. Lo suyo es mental claramente. Puede que le estén afectando sus problemas personales o que los dos graves errores seguidos en este mundial hayan mermado su confianza.

Se abrirán debates sobre la no presión de Mbappé, sobre el correr para nada de Vinicius. El no irse de nadie. Y las dudas de si nos equivocamos pensando que estos dos pueden jugar juntos. Yo elijo creer. Seguro que dentro de unos meses la mejoría será muy notoria. Pero el equipo no estará hecho hasta enero.

Hay que tener paciencia, confiar, dar aliento a los nuestros y no pelearnos entre nosotros posicionándonos con unos u otros, según las simpatías que nos despierten. 

Volvamos a casa, pongámonos a trabajar y vamos a levantarnos de este du ro golpe como hacemos siempre. Volveremos y lo haremos más fuertes. ¡HALA MADRID!

Por Olga (@OlgaUnMundo en X) 


Comentarios

  1. Maravilloso artículo escrito para la reflexión y la humildad. Volveremos. Aunque cueste más trabajo y más tiempo.

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